El simbolismo de la mandarina en la celebración navideña es muy variado. En algunos casos, está arraigado a tradiciones culturales que se remontan a diferentes épocas y lugares.
Históricamente, las mandarinas eran consideradas frutas de invierno, disponibles durante la temporada navideña. Esto, unido a su aroma y dulce sabor, las convirtieron en un regalo ideal para intercambiar durante estas fiestas.
Aunque la asociación de la mandarina con la Navidad es común en varias culturas, el grado de simbolismo varía de unas a otras. Mientras que, en algunos países, su presencia es más ceremonial, en otros, su uso está más relacionado con la tradición.
A menudo, las mandarinas se utilizan como elementos decorativos en la ornamentación navideña, convirtiéndose en un indispensable en la decoración de las mesas que se comparten con la familia y amigos; como parte de arreglos florales o, incluso, aportando color y frescura a los espacios festivos.
Sin embargo, en otras culturas, las mandarinas forman parte de los regalos y cestas navideñas, entregándose como obsequios para desear prosperidad, salud y alegría a los seres queridos.
Tradición y cultura
Es el caso de países como China, las mandarinas son consideradas un símbolo de la buena suerte.
En el Feng Shui, el mandarino es un símbolo de riqueza, prosperidad y buena suerte. Este fruto se asocia con la abundancia ya que, en la antigüedad, solo las personas con mayor poder adquisitivo podían consumirlas. De ahí, que se haya convertido en una tradición que, cada año, cuando se acerca el Año Nuevo Chino, millones de personas en China y en otras partes del mundo, regalen a sus seres queridos mandarinas que simbolizan el deseo de bienestar y riqueza en el nuevo año.
En otros países, la mandarina es considerada un atributo indispensable del Año Nuevo junto con el árbol de Navidad. Así, en el caso de Holanda o Bélgica, esta fruta es la protagonista en la llegada de San Nicolás o Sinterklaas en neerlandés.
Según la tradición, cada 6 de diciembre, San Nicolás llega desde España, a las costas holandesas, en un barco de vapor, acompañado por su ayudante, conocido como Pedrito el negro, y lo hace cargado de mandarinas y juguetes para repartir entre los niños y niñas que se han portado bien.
Es magnifico comprobar cómo una misma fruta puede tener significados y usos tan diferentes dependiendo del país o la tradición.
Quizás, dentro la cultura española, las mandarinas son menos simbólicas, pero son mucho más que una fruta. La mandarina representa la esencia y la identidad regional de comunidades como la valenciana, por ejemplo; la base de numerosas recetas de la gastronomía tradicional, el motor del desarrollo económico y cultural de muchas comunidades rurales y, en el caso de nuestra mandarina ORRi, un valioso activo para nuestros agricultores.