Los efectos del cambio climático en los suelos agrícolas

campos agrícolas

El cambio climático está en boca de todos y fácilmente podemos enumerar alguna de sus consecuencias: sequía, altas temperaturas, contaminación atmosférica, escasez de precipitaciones, etc. Pero, ¿qué efectos tiene en uno de los sectores económicos más importantes de España, como es la agricultura?

En este artículo vamos a explicar algunas de las consecuencias que tiene el cambio climático en los suelos agrícolas y, por tanto, en el cultivo de los cítricos, y cuáles serían algunas de las soluciones que ofrecen los avances tecnológicos para mitigar sus efectos.

El sector agrario es clave para la economía española: representa un 2,3% del Producto Interior Bruto (PIB) y más de 700.000 personas se dedican a esta actividad. El relevo generacional y el abandono de cultivos son varios de los retos que debe afrontar la agricultura para un futuro mejor y más próspero. Sin embargo, hay que tener en cuenta un aspecto fundamental que causa esta desertificación o abandono de tierras: el cambio climático y sus efectos en el terreno.

La alta salinidad de los suelos es una de las principales causas de esta desertificación. Este concepto hace referencia a la cantidad de sales solubles que se encuentran en el suelo y su principal consecuencia es la disminución en la producción de cultivos.

En zonas de alta intrusión salina la plantación de cultivos sensibles a ella, como los cítricos, dificulta la producción, ya que el suelo contiene tanta sal que el árbol utiliza mucha energía en evitar este problema. No obstante, uno de los avances tecnológicos que ayudarían a solucionar este problema es la desalinización del agua.

En segundo lugar, otra de las características del cambio climático que empobrece la salud de los suelos es la erosión. El cambio en el patrón de las precipitaciones, donde las lluvias torrenciales son cada vez más comunes, provoca que la fuerza erosiva de estas lluvias sea tan fuerte que en muchas ocasiones el suelo queda improductivo.

Además, el cambio de patrón en las lluvias no solo afecta a la erosión de los suelos, también incrementa la sequía. Por este motivo, es muy importante tener en cuenta que existen tecnologías que ayudan a mitigar todos estos efectos. La sensorización en los cultivos para gestionar de forma centralizada el riego y la fertilización es una forma de aprovechar al máximo los recursos escasos.

Por otro lado, está la contaminación de los suelos por nitratos que, a diferencia de la salinización, afecta a las aguas. El 23% de las masas de agua superficiales de España fueron declaradas como vulnerables a la contaminación por nitratos, según datos oficiales del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD).

Estos tres aspectos se suman a una larga lista de consecuencias que el cambio climático provoca en el sector agrario donde también se suma la variabilidad climática: el aumento de temperatura y el cambio en el patrón de la distribución de las precipitaciones.

El aumento de las temperaturas provoca un estrés hídrico en los árboles y un retraso en las cosechas, sobre todo en los casos de fruta dulce como es la mandarina. Para que se puedan cosechar en las fechas adecuadas, necesitan unas horas de frío para que se produzca el cambio de color y si no ocurre, afecta directamente a la maduración de los cítricos.

En definitiva, implantar soluciones innovadoras que aseguren sostenibilidad y productividad del sector agrícola, es vital para la economía española. Adaptarse y enfrentar estos desafíos climáticos es fundamental para garantizar un futuro próspero para la agricultura en España.